Laudería/Laudero

DSC_0130

Texto y fotografías por: Enrique López Moreno

La laudería es una práctica antigua, tan antigua como la masonería, la magia y lo más profundo de los pensamientos humanos. Su origen tal vez provenga del mismo instrumento (el laúd o luth), o de su creador (the luthier), la persona que construye, ajusta o repara instrumentos de cuerda frotada y pulsada.

Esta actividad es exclusiva para los instrumentos construidos a partir de la madera, es decir: violines, violas, violonchelos, contrabajos y violas da gamba, todo tipo de guitarras (acústica, eléctrica, electroacústica, clásica), cuatros, laúdes, archilaúdes, tiorbas, mandolinas y clavecines.

Bajo esa misma tesitura, el linaje de la familia Ramírez continúa, la arcaica tradición de la laudería, en las manos del maestro artesanal de Don Raúl Ramírez.

Entre las calles de avenida Paseo de México y Jacarandas, en Atizapán de Zaragoza, número 17 habita el  luthier, o lauderista. Él es la segunda generación. Anteriormente su padre, Sebastián Ramírez le enseño el oficio. Don Raúl cuenta con siete décadas de vida actualmente, es uno de los cinco hijos del señor Sebastián Ramírez.

Don Raúl guarda muchos recuerdos de su señor padre. En su taller asoman, entre su mesa de trabajo, las fotos de su padre y de él mismo cuando empezaba como aprendiz del oficio. Los recuerdos asoman a brincos en el tiempo, según nos cuenta:

DSC_0021

Yo trabaje con mi papá, fui creciendo con él. Un día le dije: “papá con lo que usted me paga no me alcanza” ¡ya estaba yo casado! Tenía 20 años. El salario mínimo era de $180 pesos –en aquella época –  y mi papá me daba $200 pesos, me estaba pagando un poco más pero yo trabajaba más del doble. Ahí trabajábamos desde las 7 de la mañana hasta las 11 de la noche. Le dije a mi papá: Hay que pedirle a ese señor  aumento y mi papá me dice: “No si están ganando mucho dinero” – ¿Cuál mucho dinero? Trabajamos demasiado.- Ya haciendo cuentas era como si estuviéramos trabajando doble turno.”

El gusto por las guitarras vino porque al señor padre, don Sebastián, era carpintero, elaboraba muebles:

Un día allí, mi papá le entró curiosidad por hacer una, saco medidas y las primeras que hizo le salieron medio chuecas, pero aun así se las compraron. Como la fabricación de muebles no era mucho, empezó con la fabricación de guitarras, ya  vio que le dejaba más.

El pase de diapositivas requiere JavaScript.

¿Dónde y cómo comenzó el negocio de la elaboración de instrumentos musicales?

Mi papá estuvo más de cincuenta años con el señor Dimas Medina. El negocio estaba por la escuela Normal, calzada México Tacuba, colonia Anáhuac, a espaldas de lo que era el colegio Militar.

Los ojos de don Raúl miran a través de la ventana de su taller, dan la sensación de que en realidad miran hacia lo profundo de sus pensamientos, las remembranzas de anhelos de superación se han visto satisfactoriamente conseguidas. Su experiencia y su casa-taller dan muestra de ello. Un impulso de la memoria le salta de nuevo.

–“pues yo pensaba regresarme a mi tierra”-  Fue lo que le dijo su padre hace mucho tiempo –pero ya no se regresó y  se quedó aquí.”

No papá ud; la regó feo porque ud; empezó el taller solito, ese señor se lo llevo con engaños, -yo tengo un local más grande que éste, ¡véngase y ahí se lo doy!- Y pues como no me cobran renta, pues vámonos pa’ donde sea. Ahí creció el taller, ese señor le compraba las guitarras a precios baratos, por mayoreo. Mi papá hacía guitarras en aquella época por $300 pesos, ahora esas guitarras cuestan mil 700 pesos, de Nogal.

DSC_0136

Me las compraba pero a $250 pesos, ya ese señor puso su local donde empezaba a vender puros instrumentos musicales con sus hijos, el señor Dimas Medina, ya mi papá les enseño el oficio a los muchachos, aprendieron. El negocio fue creciendo y el señor ya le puso nombre al negocio: Fábrica Dimas Medina, Guitarras Nacionales. Mi papá debió haber aparecido, pues inicio el negocio con el señor Medina.”

Los recuerdos de sus inicios como lauderista de Don Raúl van y vienen como notas a contrapunteo. La laudería es una actividad artesanal que actualmente se empieza a especializar. Los antiguos lauderos pasaban sus conocimientos y artes a través de la sangre de sus herederos, los hijos, y de estos a los nietos, y así ha sido por varios decenios.

Guitarras Nacionales ya tenía fama y renombre, en los años cincuenta, allí  llegaron muchos músicos, tríos, boleristas de fama, como el trío Avileño, Los Calavera (que tocaron con Jorge Negrete) entre otros, nos cuenta Don Raúl.

Lamentablemente este conocimiento, según varios expertos, se cree que no ha sido en beneficio de la técnica de la laudería, pues es un grupo cerrado, casi masónico.

El pase de diapositivas requiere JavaScript.

Actualmente las escuelas que enseñan este arte en México lo han profesionalizado como carrera: la Escuela de Laudería del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), la Escuela de Laudería de Querétaro y la Universidad de Veracruz (UV) a través de su Facultad de Artes Plásticas.

Yo estuve dando vueltas, trabaje con tres patrones, ya con el que me quedé fue con este cuate que se llamaba José Rangel. Él era maestro de músico nada más, pero como veía que trabajaba para el señor Dimas Medina, me preguntó un día -qué tan caro era montar una fábrica-. Ya le expliqué,  me preguntó si no se podía hacer manual, le dije -ya hay gente que vende madera cortada, ya nada más para armar-. Me invito a irme con él. La  verdad lo pensé mucho, pero el señor iba dos veces por semana y se llevaba de a cinco, seis guitarras, como diez guitarras por semana.

Y pues sí me convino, el cómo negociante ¡sí sabía mucho!  Sabía cómo mover las guitarras, daba clases en televisión, en los hospitales a los doctores, enfermeras; ¡hasta los enfermos, yo creo! Con él gane buenos centavitos. Hasta que un día me fui por mi cuenta.

Ya yo me armaba hasta cuatro guitarritas en dos semanas, en ratos. Esas guitarritas yo las vendía en $ 400 pesos. Entonces en ratos trabajaba con don José y otros yo solito. Así crecí, crecí, hasta que un día dije ya nada más trabajo pa’ mí.”

17

Toda casa-taller cuenta con un maestro y su aprendiz. Emmanuel, un joven de veintitantos años, oriundo de Atizapán de Zaragoza, es el aprendiz. Se refugia en lo alto del taller, para llegar hasta él, hay que subir una escabrosa e improvisada escalera metálica, lo encuentro trabajando discretamente entre guitarras, jaranas, violines, chelos y modelos por fabricar.

Está en la reparación de una guitara de doce cuerdas como para uno de esos grupos de banda sonorense o norteña. Emmanuel es tímido al principio, pero conforme la conversación avanza, aflora su identidad, es un joven de veinte y tantos años, (más no me atrevo a preguntarle su edad), que disfruta de la música en una radiograbadora vieja, allí escucha Opus, estación de radio, integrante del Instituto Mexicano de la Radio, IMER.

Los gustos de Emmanuel por la música suenan como la música de cámara, es como si esos instrumentos de madera que en el taller de Don Raúl  se reparan o fabrican, hablaran en ese momento con su médico, su creador, su cuidador, el que los entiende cómo suenan, qué les duele, si están afinados o son las cajas sonoras a las que les duele la panza.

-Son ya diez años que el aprendiz de laudería lleva trabajando con Don Raúl, para él-, es una década que siente que ha pasado como un movimiento sonoro de una pieza para violonchelo.

Emmanuel es el único que tras estos años ha conservado su plaza, por el gusto, por el amor y devoción que su maestro le ha enseñado y contagiado. Otros han pasado, pero duran poco “no aguantan, se desesperan o no les gusta, qué se yo”, dice Emmanuel sonriendo maliciosamente mientras encorda una guitarra.

El pase de diapositivas requiere JavaScript.

En tanto, el medio día va transcurriendo, el reloj marca la una de la tarde, tal vez, y el taller se va llenando, la gente comienza aparecer, primero una jovencita que viene a recoger su guitarra para la estudiantina, después un chico que trae una guitarra para ajustar, es una Fender, acústica, después un maestro guitarrista, luego, una antigua amiga y su nieto y así sucesivamente. El timbre no para de sonar y el taller se ve inundado de gente joven o familias de instrumentistas que compran algún instrumento o vienen a una reparación.

¿Son caras sus guitarras Don Raúl?

Mira, ahí  tengo una guitarra, es para un maestro, él me pedía una que sonara padre, pero no cara. Le dije, “pues deja veo”. Total, me preguntó,  “en cuánto me la va a cobrar”. Le dije, “espérate te voy a hacer una”, nada más le hice una, ni le dije cuánto iba a ser el costo, no le di el precio hasta que estuviera hecha. Ya vino, la tocó y me dice -“¿Cuánto Raúl?”- Le digo: cinco mil pesos. ¡Es una buena guitarra! Pero si ya le meto palo santo, palo de rosa son guitarras que ya tengo que dar en $15 mil pesos. Tú me pediste una guitarra que suene pero barata, ahí ta’, buena, bonita y barata.

¿Qué hace que unas guitarras se vean mejor que otras?

Por ejemplo, las que se ven más oscuras es porque se les da un tinte y después el barnizado. El palo escrito, es una madera muy variable, es de color blanco y tiene como manchas blancas. El color se lo damos a gusto del cliente, como guste se lo pintamos.

24

¿Cómo adiestra sus conocimientos por la madera?

Por ejemplo la tapa de pino,  hay canadiense, japonés y alemán. Lugares donde se da el pino. Ya por cada país o región la madera cambia. Por ejemplo la tapa en Alemania casi siempre sale blanca, en Canadá a veces sale blanca o sale morena y en Japón es regularmente blanca.

Antes yo veía que mi papá apartaba la madera y yo le preguntaba, para qué la apartaba, “es que está va a ser pa’ las buenas y esta pa’ las más baratas”. Yo las veía igual, “tú la ves igual, pero no, tienen su consistencia”. Entonces veía que las doblaba o les pegaba, ahí se daba cuenta cual tenía buen sonido, apartando las más baratas.

Me enseño que las más blanditas no agarran buen sonido, tienen que estar bien compactas. La madera debe estar dura, a parte las vetas, por ejemplo “que si la veta está chueca, que se hace pa’ acá, que pa’ allá”, la veta debe salir derecha.

Hay una madera que se ve igualita pero son diferentes, como el cedro blanco, el arce y el ciprés; entonces mi papá me dice: “mastica esta madera” una me sabe dulcecita, la otra sabe picosita; “pues ese es el arce”… ¡Ah pues, entonces hay que morderla pa’ saber cuál es!

Don Raúl tiene cinco hijos, todos ya casados, uno es el que se dedica a la laudería, pero no trabaja con su padre, sino por su cuenta. Cuando estaban chiquillos les decía: “Ora, vénganse a ayudarme. Y sí, ahí los tenía. Los ponía a lijar; a mí hija le gustaba ponerle los adornos a las guitarras, está fácil,  no es mucho.”

Charanguito contra jarana

El pase de diapositivas requiere JavaScript.

La Charanga tiene como tres o cuatro tamaños, es uno de los instrumentos preferidos para la música jarocha, pero el más chiquito da un sonido muy agudo.

Por ejemplo, mi cumpleaños es en julio, entonces vienen muchos amigos y me traen serenata aquí, en casa. Suena mucha música, ¡de todo tipo!… Pues es bonito, no me sale caro, ¡pues no me cobran! Son amigos de años, vienen y me agasajan y nos la pasamos muy bien entre la música.

¡A mí me encanta la música, es suave todo lo que tiene que ver con la música!

De pronto entre recovecos del taller de Don Raúl se oye una voz que canta las canciones de Cri Cri, pareciera que la voz proviene de lejos, o tal vez de un estéreo, pero no, es una de las mejores y más entrañables amistades del maestro lauderista, una vieja amiga, la señora Tere Lerma, una mujer de talla pequeña, espejuelos muy vivaces y una maravillosa voz. Tere Lerma trabaja en el Instituto Nacional de Cancerología.

Allí realiza cenas en diciembre para los enfermos de cáncer. Su voz e interpretaciones son para elevar los espíritus de los enfermos, que en fechas de fin de año suelen decaer en ánimos. Canta y conversa con ellos, pues sabe de lo que habla. Ella padeció y sobrevivió al cáncer. Ahora se siente con el ánimo de compartir su experiencia con los pacientes, llevándoles  alegría de su corazón a través de la música y de su maravillosa voz. Uno  se contagia de inmediato al estar en contacto con tan singular dama filantrópica.

32

La tarde de un sábado otoñal va cayendo, a las tres de la tarde las reparaciones, composturas e instrumentos tuertos o por hacer se dejan, los clientes ya no se amontonan, ya no queda nadie, salvo un cliente, un violinista, de un grupo de mariachis que se reúne en el jardín y mausoleo de Atizapán Zaragoza, de quien fuera presidente de la república mexicana Adolfo López Mateos.

Es hora de comer, me invitan a probar una comida sencilla y casera, elaborada por la esposa de Don Raúl, a la mesa nos encontramos reunidos, la casa cesa su barullo.

Don Raúl nos cuenta que ya no tiene tanta fuerza como cuando joven, “si Emmanuel se va y decide arrancar por su cuenta; yo ya cierro todo y me jubilo.”

Es comprensible, son 35 años como lauderista, en cada instrumento se ve el reflejo de su trabajo. En algunos instrumentos se ve el empeño y dedicación, han sido especiales, son más bien regalos para amigos o clientes muy especiales. El costo de éstos es un secreto para éste fotoperiodista; reza el refrán: “se dice el santo, no el milagro”.

El sol se va inclinando hacia el ocaso y la luz dura menos en el otoño. Subo con los artesanos para despedirme por tantas y tantas amabilidades, por esa gran conversación. Al bajar por esas complicadísimas escaleras volteo y, veo como a contraluz se levanta un polvo de color ocre, del mismo que es la madera que ha sido limada.

El pase de diapositivas requiere JavaScript.

Es una foto que ya no pude tomar, una de tantas que dejo escapar. Me arrepiento por no tener la cámara a la mano, pero después, ya caminando, en el regreso pienso: “hoy día estamos hasta la coronilla de fotos, imágenes disonantes, que no tienen armonía, que fastidian. ¡Qué importa si no pude tomar esa foto! La que me llevo en la memoria, suena como a música barroca, antigua magia de un lauderista.

Un comentario

  1. emmanuel · marzo 21, 2015

    es un relato q nos deja ver, q la vida es para disfrutar…..gracias a nuestro amigo periodista enrique lópez moreno

    Me gusta

Deja un comentario